miércoles, 7 de julio de 2010

Implícito Matrimonio

miércoles, 7 de julio de 2010

Desde el fondo de mi corazón y haciendo uso de habilidades literarias que no me son propias, recuerdo con profundo cariño el día en que nos conocimos. Feliz Cumple Natha!

Y entonces, allí estaba yo, alineado detrás de todos lo que de la misma forma habían logrado ingresar a la Universidad Nacional con el sueño de salir de ella, algún día, ondeando el diploma que los calificaría para, frente a un estrado, o detrás de un escritorio, hacer la justicia que extrañan en el mundo. Recuerdo el frío tremendo que sentía esa mañana, muy de mañana, en la que todos esperábamos la llamada para, una vez en la división de salud, entregar la parte de humanidad enfrascada que cada uno traía consigo y estirar el brazo para perder otro tanto a manos de los expectantes enfermeros armados con jeringas.

Y entonces, allí estaba ella, sentada en el piso, charlando alegremente con otra chica, esperando el llamado para entregar el tributo de sangre que debía de ser pagado antes de ser llamado estudiante. “Serán amigas”, pensé y me retracté de la idea de unirme a su conversación. Sólo por un minuto, pues ante la perspectiva de mi nueva vida, en un nuevo mundo, lejos de todo aquello que conocía, no podía dejar de escuchar el grito que mi instinto de supervivencia lanzaba desde algún lugar lejano, recóndito, pero conocido.

-Saludálas!!!, decía, y yo, rompiendo con todos los paradigmas sobre la soledad en los sitios públicos que había adoptado, fui vacilante hacia ellas y, tal vez con la excusa de preguntar alguna cosa que ya sabía, las saludé. El curso de la conversación que tuvo lugar después no lo recuerdo, pudo haber sido cualquier cosa, el colegio, el porqué estudiar Derecho, la universidad, Uribe, geografía colombiana, las agujas que tanto aterrorizaban a la chica con la que hablaba[1], o maternidad de gallinas. El asunto es que, una vez fuera de la división de salud, habríamos de dirigirnos a un auditorio en el cual tratarían de preparar nuestros desvalidos espíritus para enfrentar la avalancha de experiencias que tendríamos de frente cuando empezáramos nuestra vida como estudiantes de pregrado. Y, de repente, el momento llegó. Sacó de su bolso una agenda, y yo, reconociendo de inmediato al personaje que sonreía desde la portada, dejé escapar la pregunta.

-Te gusta Harry Potter?

-Si, -contestó con una sonrisa y sus ojos dejaron escapar el brillo de singular familiaridad propio de quien encuentra un par.

-Y yo los declaro marido y mujer. –Estoy completamente seguro que fueron esas las palabras que el destino, con una burlona sonrisa en los sabios, pronunció.

Es así como, día a día, con pasión, ira, lágrimas, risas, subversión, alegría y complicidad vivimos en el claustro universitario la unión de la que fuimos artífices, unión de la que no hemos escapado sin importar a quien llamemos amor, unión descuidada, ignorada, implícita, que lleva el nombre de una bella amistad.



[1] Lo siento, te quiero mucho pero aquí la protagonista es Natha y nadie más, te aguantas hasta que cumplas 15, o 18? Ya me olvide! Jajaja tk!

2 comentarios:

Anónimo

hi there ^^! warm greeting.
do you like Japanese food?

Natisluna

no me habia dado cuenta que la habias subido +.+
que mensa soy xD y tiene fecha del 7 de julio y todo
muuuuuchas gracias por eso +.+ han sido tres años geniales en medio de todo, casados y con la vida sexual arruinada jajaja
tienes un hermoso corazon peludo ;)

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